domingo, 6 de enero de 2013

No se dice "curasán". Ni "cruasán". Gracias.

Hace día y medio (o quizá más, meses, no sé) me di cuenta de el amor incondicional que creía que sentía por esa persona especial, que todos tenemos ahí guardadita, como en una caja de galletas, por la que hemos hecho más de una locura, que hay tantísimas cosas que te hacen recordar, no era amor. Sí. Me di cuenta de que ese amor no era amor. Que volvía a ser lo de siempre*, pero más fuerte, quizá por lo especial de este caso. Y claro, me llevé una desilusión. Le pedí a un escritor que conozco que me escribiese un cuento desmintiendo el amor, tuve una crisis existencial... y cuando ya estaba de camino a comprar una pistola pensé "Matar gente no está bien". Y me di media vuelta. Sí, de vuelta a casa, con las manos en los bolsillos, porque hacía frío (aquí es invierno). Paré a comprarme un croissant y volví a pensar "No. No está nada bien. Y por mucho que le pese a alguno, yo también soy gente". Y según salía pensé en el chocolate que me haría al llegar a casa para untar el croissant. Por lo que volví a entrar a por otro con la convicción de que si sólo tenía uno, me lo acabaría por el camino.
El chocolate a la taza de algunas marcas españolas no está mal, pero si de verdad quieres untar un croissant en chocolate y que se te pasen las penas, hazlo con chocolate venezolano. Intenta que Chávez no haya intervenido mucho en él, por si te vuelves socialista (y ya sabemos todos que eso está muy mal. Aquí las cosas privadas que si no es un follón, ¿verdad? ¿EH?) o te de por empezar a hablar y acabes mintiendo a toda tu comunidad de vecinos y ellos acaben creyéndote.
Al final, llegué a casa y vi que no tenía chocolate, de ningún tipo, ni siquiera de ese de lacasitos, tan gracioso y tan malo. Por suerte me había comido los dos croissants por el camino.





*eufemismo monocromático que usa el autor para nombrar algo que no tiene ni puta idea de lo que es.

martes, 27 de noviembre de 2012

Volver. Otra vez.

Últimamente me ha dado por volver a ser yo, que parece que había dejado de serlo, si es que eso es posible.


- Está muy de moda decir que la gente no es como es. Me explico; hablamos de personas que "no son ellos mismos" para referirnos a que su personalidad es un plagio de otra cosa, que son unos falsos, dando por supuesto que para ser personas verdaderas (o no falsas) deberían ser completamente diferentes a cualquier modelo de personalidad que se nos haya puesto alguna vez delante de las narices. Como si nuestra nariz fuese un jurado experto que determina qué es original y qué no. -
Los playmobil eran todos iguales y no por ello dejaron de ser geniales, con sus pequeños detalles.



Claro, al volver a ser yo me ha asaltado la duda de cómo era yo. O de cómo soy yo, que es casi lo mismo. Me he dado cuenta de que no tengo ni puta idea, lo cual te deja en un estado de bastante shock, porque es como querer cambiar la página que has elegido en los libros estos guays en los que hay diferentes historias según decidas tú pero habiendo olvidado la página de la que venías. O te vuelves a leer el libro, que no, o tiras p'alante a ver si se vuelven a cruzar los caminos (que tampoco suelen).
Y eso, que ahí me encuentro yo, intentando acordarme de en qué página estaba para poder cambiar de historia y escoger como un buen gilipollas el camino malo, que si no esto no tiene emoción.



sábado, 8 de septiembre de 2012

Lie or Die

-No sé qué hacer. Tengo un problema.
-...
-¿Sabes quién es ella?
-Si.
-Estoy enamorado.

Chute de aerosol. Un cigarrillo. Otro. No se la ve la cara, todo ese pelo rubio se lo tapa y la poca luz tampoco hace demasiados favores. Se lo aparto, sabiendo qué voy a ver. Se lo aparto, con miedo de lo que voy a ver.
Brillan mientras bajan por la mejilla, haciendo que se corra el rimmel. Quizá es lo que deberíamos estar haciendo nosotros. Pero no, se nos ocurrió la brillante idea de ser sinceros.

Las lágrimas nunca se llevaron bien con las papelas y los siguientes dos cigarros se los tengo que liar yo. ¿Qué se siente cuando el que te acaba de matar intenta resucitarte? Nunca me atreveré a preguntárselo, supongo, pero yo me estoy muriendo con ella. Es triste acabar con lágrimas, o ganas de llorar y que el beso de despedida sea un cigarro medianamente bien liado.

Al fin y al cabo, las despedidas siempre han sido tristes.

miércoles, 25 de julio de 2012

Puede

Iba a escribir algo sobre el amor, como siempre. Pero al ver el hueco vacío me he quedado en blanco, se me ha olvidado todo lo que quería poner. Lo típico. La fobia del escritor al folio en blanco, pero sin escritor ni folio. Lo de siempre (un bourbon, por favor).
Me toca irme por la puerta de atrás, ese cliché tan usado.
Y es que puede que el amor esté ya tan usado que no tenga novedades, siempre igual, lo de siempre, lo típico. Y que la magia que buscamos, que nos sorprende y que nos enamora... ya no sea amor.

viernes, 16 de marzo de 2012

La Polla.

Este blog es cosa de dos, quiero decir que como todo lo que se hace entre dos, primero une y después separa. No quiero ser dramático, pero es así. Es cierto, al principio todo son ideas felicitaciones y amor mutuo, pero luego aparecéis vosotros, mi querida panda de hijas e hijos de puta que de vez en cuando leen este blog y lo jodéis todo. Y es lo mejor, sois los mejores. Sois lo que hacéis que esa mierda de cursi relación entre autores que teníamos se convierta en una batalla de visitas a las entradas, de calidad escribiendo.Y a mi lo que mas me gusta de todo esto es  que sabemos que nuestros piques son estúpidos, nunca  reconoceremos del otro una victoria, nunca nos diremos el uno al otro lo bien que lo hacemos. Y no es por orgullo, que también, es porque lo pensamos de verdad, lo sentimos de verdad. Y de verdad, como lo pienso y lo siento os lo digo, somos la polla.(Yo un poco más).

miércoles, 29 de febrero de 2012

Carmín

Pagando el último taxi, con billetes enrollados, bebiéndo la hoja de ruta hasta tu portal. Como un animal que se deja llevar por el instinto y que sólo ve distinto el trabajo y la diversión. Sintiendo la emoción de tu carmín tras la oreja, el tacto de esa mano, amiga vieja, bajo el pantalón que para escurrir el bulto, aprieta, como cuando no pagué la droga y me mandaron un matón. El portero sonreía burlón, ahora se hace pajas con tus gritos y esas revistas baratas de chicas nudistas que esconde en cajas de latón soñando que algún día una mujer le descubra, discutan y acaben como tú y yo.
   - ¿Cuánto tiempo? - te digo
   - Seis semanas. - mierda, eso es un montón.
   - ¿Y tú quieres? - insisto con cara de susto, sospechando, sin querer saber si es verdad.
   - Sí. - no hay "eses" que duelan más en los oídos que esas suplicantes que escondes en tus síes.
   - Mierda. - me levanto y me voy.

No hay sonrisas del portero, ni taxista maricón. Quizá se oye un tintineo de cajas de latón. Hoy me siento cruel, me siento un cabrón. Y el Seat rojo de la acera de enfrente me susurra "infiel".
Los timbres me miran acusadores a las tres de la mañana y yo ya no se quién soy, o sea que llamo y pregunto:
   - ¿Quién soy?
   - ¡Cabrón! - el del 3º
   - ¡Borracho! - la fea del 4º. Lo mio se me pasa mañana, puta.
   - ¡Hideputa! - vaya, éste es nuevo. O vieja, más bien, hay insultos bien puestos que duelen. Éste no es uno de ellos. La cincuentona del entresuelo.

La vi mudarse aquí el otro día, era de éstas mujeres fachas que no llevan el pelo corto, usan abrigo de piel y no tengo ni puta idea de qué hace en el edificio. Una vieja gloria, aún le queda vida.
Mi novia está embarazada siete pisos por encima y me quedan 3 condones en la cartea o sea que vuelvo a entrar, le cojo una cerveza al portero y llamo al timbre de la señora Cospedal. Abre ella, en camisón, le descorcho la botella en el escote y suelta un gritito, el primero de la noche. Nunca había sospechado lo que un camisón mojado transparenta, ni había llegado a pensar que 45 años fuesen tan pocos. Al menos diez hombres subidos a sus cruces en paños menores miran como me uniformo a su estilo y otras tantas vírgenes prestan atención a la maravilla que es su dueña, tras perder su hábito con olor a cerveza, dando fe de que no es como ellas sobre un cama llena de bordados que no se podrá volver a usar. Qué sorpresa, le echaba 45, tiene 48 y cualquier ciego que se la follase pensaría que tiene 28 mal llevados.

Salgo por fin a la calle con la cartera vacía y las 7 en el reloj. La ventana del séptimo se llena de lágrimas y mi estómago de repulsión.
Llamo al Carlos, que por una extraña amabilidad del destino sólo me hace esperar diez minutos en vez de la hora y media que mi cajetilla de Lucky se temía.
Me deja en casa, le pellizco la oreja como pago, que me parece poco para lo que suele pedir y me quedo mirando su Ibiza rojo dando la vuelta a la esquina. Le va a durar el coche dos días. Es retrasado, lo ha comprado rojo carmín. Como la mancha que me ha quedado en la mano.
Será puta.
Ni está embarazada ni lloraba por mi. Lo hacía por él. Y hacía bien. El Ibiza va a durar más que él.




-Entrada con el permiso de Alfredo González y su canción el último taxi [bueno, en verdad sin su permiso, pero espero que no le moleste]-

martes, 14 de febrero de 2012

"St. You's day" o "es hora de ponerse ñoño"

Porque una semana triste no puede estropear un día así. Y un cartón rojo espero que no signifique ni la mitad de lo que pueda significar un corazón igual de rojo, pero más lleno de ti. De sonrisas con la frente arrugada, labios finos y ojos marrones. De cosas pequeñas que te hacen sonreir. De momentos de vergüenza al mirarte y no saber qué decir, de no atreverme a verte y sonreir.
Promesas cumplidas, si, pero mal cumplidas que tienes necesidad de arreglar al momento con miedo de que cada segundo que pasa sea tarde. Sólo espero poder un día decirte que ni un cartón, ni un libro, ni todos los rollos de papel higiénico del mundo son suficientes para escribirte lo que debo. Ni un avión que echa humo y deja mensajes en el cielo. Ni una alianza de estrellas que se colocan, con ayuda de drogas duras, para hacerte sonreir.
Dicen por ahí que por una sonrisa, un mundo. Ni hablar. Por una sonrisa, arriesgaría la mía. Y mi nariz. Roja como un clavel, como un corazón, como un beso.
Y que me disculpen los que piensen que estas cosas se pueden decir cualquier día del año. Ellos dicen "feliz año nuevo" el 1 de Enero. Yo te lo pienso a diario, dejadme elegir día para concentrar todas esas emociones que llegan cuando aparecen tus sonrisas.
Y por si mi clavel era feo, te voy haciendo un adelanto de mi regalo de San Valentin, que te haré cualquier día del año que pueda.